lunes, 19 de enero de 2009

Manifiesto de la Generación Expansiva.


Podría llamarme Bonifacio, John, Seigopur, Hikiro, Mohamed, Natalia, Esperanza, o como sea. Podría ser médico, economista, político, escritor, basquetbolista, albañil, bailarina, un mantenido o lo que sea. Podría seguir saliendo a la calle durante el resto de mi vida, o incluso verme fraguado en esa libertad por alguna cuestión natural y permanecer estático en un sillón y no pensar nada sobre lo que se ve o vi en la era que me tocó vivir. O peor aún, pensarlo y no decir nada jactándome de ser privilegiado o supremo, favorecido por una visión penetrante capaz de observar, analizar y construir definiciones sobre el mundo. Incluso podría llegar a ser un gran crítico o un gran filósofo y ganarme la vida colocando etiquetas a la gente y a las generaciones venideras o pasadas, a los momentos históricos, a los acontecimientos mundiales, a las emociones humanas y a la psicología. Pero no valdría la pena sólo serlo porque creo en el arte como medio de complementación cósmica y sensorial entre los seres humanos. Creo en la complementación de experiencias a través del entendimiento mutuo. Creo en contemplar aquel segundo en el que con la mirada tratas de identificar a otro ser, para sentirlo parte del mismo espacio y tiempo. Creo en la introspección y búsqueda interna del conocimiento para llegar al conocimiento externo y universal. Creo en las acciones pequeñas y significativas para entender oníricamente al ser ajeno. Creo en la empatía cognoscitiva. Creo en el contacto fisiológico partiendo de nuestras necesidades primarias. Sin embargo, también creo que somos islas puestas en un vago y gran océano, y es necesario que estemos en un mismo archipiélago, que nos involucremos unos con otros, con la vida, con nuestras obras, nuestras acciones, nuestras actividades de cualquier índole. No me declaro un destilador ocupacional, es decir, puedo y quiero estar con todo ser capaz e interesado en desarrollarse como ser humano. No quiero que en 100 años se mire al pasado y se vea a ésta como una era perdida con cientos de caminos y bifurcaciones conductuales hacia lugares mejores, y a sus vez a quienes pertenecemos a ella, como incapaces, desinteresados, apáticos e inconscientes de tomar la mejor de esas brechas.
Confieso que yo y quienes redactamos estas inquietudes, somos los clásicos tipos que jamás ligan en las fiestas o en el bar; que regresan solos siempre a casa, a veces más tristes que enfiestados porque nos duele demasiado aceptar la realidad actual del mundo. No tenemos dinero ni posición social. Nos gusta la belleza en cualquier aspecto: el arte y las mujeres en especial, tratándose de nosotros (los que nos manifestamos), aunque también muchas de ellas nos aburren, y no sólo ellas, también nos aburren el 99% de la gente. Somos los “intelectuales”, según se cree, incluso se piensa que no sabemos ni sostener una cerveza. Estamos hartos de que la inconsciencia e inhumanidad reinen el mundo… Aparentemente no podemos hacer gran cosa, ya que ellos tienen las armas, los músculos, el dinero y un espíritu violento y mezquino. Pero si de algo sirve, yo tengo un cuchillo mantequillero y un gesto de perro gruñendo para iniciar esta lucha.
Llegando a este punto de la lectura, los manifestantes debemos aclarar qué es justamente nuestro precepto vital. Y para facilitarlo diré que lo que leen no es el lema de una institución, ni la ideología de una empresa, ni un spot publicitario para una fundación. No es una teoría filosófica o un ismo artístico, una tendencia o un partido político. No es un medio para encontrar fama y así incrementar nuestros ligues o hacernos ver como gente “interesante”. No es una instrucción de vida, es una Instrumentalización Humana.
Es también, y simplemente, un deseo vivo y sensible, una propuesta unificadora que no tiene fronteras, embajadas, color de piel, lengua, clase social, profesión, ocupación. Somos estrictos sólo con la calidad humana de cada uno de los que quieran pertenecer a este movimiento generacional, y en la inquietud de crear, hacer, pensar, decir, juntar, crecer, mejorar, cambiar, lograr. Somos la Generación Expansiva, los hijos sociales de la globalización y la tecnología y que están en contra del mal uso de éstas. La que cree obsoleta la derecha y la izquierda y exige menos competitividad y más humanidad. No importa de dónde venimos, sino a qué venimos. No importa quiénes hemos sido sino en qué nos convertiremos o qué somos. No importa quién guie esto sino quién quiera seguirlo. No importa si me conoces en persona, pues basta con que te conozcas a ti mismo para saber que soy parte de ti. No importa a qué me dedique siempre y cuando no destruya ni dañe a nadie. No importan tu religión sino que tengas la capacidad de creer y de cuestionarte. No importa qué música escuches mientras la escuches, con toda la sensibilidad de la palabra, ya que la música es el tesoro más grande que tenemos en nuestras vidas. No importa qué películas, pinturas, estampillas, catedrales, o imágenes te gusten, sino que tengas la capacidad de ternura para percibir la belleza donde exista. No importa qué preferencia sexual tengas sino que respetes la sexualidad y la libertad de los demás. No importa qué tan prestigiosa o famosa sea tu voz, sino qué tan fuerte es lo que digas, es más, ni siquiera importa qué tan prestigioso o famoso seas tú, sino que seas como persona lo equivalente a lo que te hace tan grande como personaje público, que tu obra esté a la altura de tu persona y viceversa. No importa qué tan amplia o reconocida sea tu obra, tu creación o tu actividad diaria, sino que siempre se esté mejorando, como este manifiesto que acepta recomendaciones, críticas, correcciones, más personas que se unan, ideas, más párrafos, más gente, más unidad. Repudiamos la violencia y la ignorancia, la ocultación del conocimiento y el desinterés por no inundarnos de el. Creer en lo efímero del momento para reaccionar con eficiencia. Nihilismo. Nada que empobrezca el avance social e idiosincrático. Igualdad de géneros. Las instituciones como órganos o instrumentos funcionales, nada más, aunque no se aprenda nada grandioso de ellas. Defensa de la educación y a la Universidad. Política, no grilla. Libertad de expresión. Las drogas como un medio, no como un fin. Las grandes ciudades. Las guerras no sirven de nada. La inteligencia sin humanidad es perversa. Todas las artes, pues no todo lo bonito tiene que ser estético, y no todo lo estético tiene que ser bonito. La vanguardia. La tecnología para volver la vida más cómoda y práctica, más no frívola y fría. No hay nada mejor que ser del siglo XXI: Fitter, happier, more productive, comfortable, regular exercise at the gym, no paranoia, careful to all animals (never washing spiders down the plughole). El mundo entero. Los clichés aburren, si tu me aburres jamás volveremos a vernos. No nos engañemos, primero estoy yo, para después poder estar con los demás sanamente. Vístete como quieras, si quiero comprarme un pantalón Hugo Boss y tengo dinero para hacerlo, cállate, no me digas nada, lo hice porque me gustó, ni siquiera te darás cuenta porque no te voy a presumir nada, pues también me gusta meter los pies desnudos en mis cobijas cuando hace frio, ¿y por eso no me juzgas, verdad?, sólo son preferencias, todo se reduce a vivir como a uno le plazca siempre y cuando (repito) no dañes y ni destruyas a nadie. El conocimiento supremo y la búsqueda en la perfección del hombre. Elitismo intelectual-humano: No longer afraid of the dark or midday shadows, nothing so ridiculously teenage and desperate, nothing so childish – at better pace, slower and more calculated, no chance of escape, no self-employed concerned (but powerless); sin pena ni vergüenza. Mucha gente ya no se puede salvar, la hemos perdido, ya no tienen nada detrás de sus abyectos ojos. Fríos y calculadores a la hora de decidir entre la vida y el amor. Trabajar para vivir. Llorar para sanar. No a los trabajos mal pagados ni a las 8 horas de jornada. Las vacas sagradas serán siempre vacas sagradas. Sin prejuicios tontos. Evitemos la torpeza. Respeto, libertad. La muerte no es negativa, es natural. La felicidad es un espejismo, justo como un rayo de sol a cierta hora del día. Los libros de autoayuda son para gente que no es consiente de sí misma, por lo tanto, no valen mucho la pena ni los libros ni la gente que los lee: a good memory, still cries at a good film, still kisses with saliva, no longer empaty and frantic, like a cat. Miedo a la maldad, miedo a la enormidad. Entendamos que somos pequeñitos pequeñitos. Si puedo te ayudo, así sin más, sin falsa humildad, con el único deseo de que estés mejor, sin ilusoria prepotencia. Asco a la soberbia. La familia no lo es todo. Me alejo de los parásitos, se trata de estorbar lo menos posible. No perder la cabeza cuando se está enamorado o borracho: “hola te he estado mirando y me gustas”, (decirlo sin problemas). Enemigos con altura. La tristeza enseña más de lo que destruye. La soledad es increíblemente necesaria. Si no tienes ganas de mejorar tu vida, tu persona, tu salud, tus relaciones personales, no te quejes de tus problemas, pues viven contigo porque tú quieres que vivan contigo, son como tu gran amor, como tu carne, y no vengas y me pidas ayuda si tú no quieres ayudarte, no vengas a pedirme que te dé lo que sólo tú te puedes dar. Pero si estás dispuesto, caminaré contigo e incluso me tiraré al suelo si tú lo haces. No criticar por criticar. La música, ¡oh!, la música. Nunca develes lo que piensas a quien cree que sólo él descubre el mundo y que su voz es única, déjalo, él se consumirá en su soberbia, egocentrismo, en las expectativas que le han creado o se ha creado, y si no sucede, no te lo tomes a pecho porque estarás actuando igual que él…

La Generación Expansiva.



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